Besar con mis labios un trocito de piel, besar esos labios tapados por las mascarillas.
Abrazar sin miedo a enredarme con los viruses.
Sentirme indecisa por ir al río o a escalar.
Poder llevarme a la boda un trocito que se cae siempre que cumpla la norma de los 5" sin peligro de muerte.
Poder acceder a toda esa comida que está mas allá de mis puertas, en cuanto me entre hambre, no tener que organizar y pensar continuamente en la maldita logística de gente que me tenga que ayudar a poder traerme la comida caliente a mi pecera.
No tener el pensamiento de que se ha envenenado algo cuando se nos ha caído al suelo.
Quiero andar y dar tres pasos sin que haya un cable que me recuerde que estoy atada al wifi.
Quiero girar y bailar sin enrollarme con los cables.
Prefiero contar los días para mi próximo viaje, en vez de ir descontando los días que me quedan en el hospi este segundo ingreso
Si, hoy estoy cansada.
Y ayer, y antes de ayer.
Me gustaría retroceder en el tiempo y volver a donde me quedé antes de encontrarme aquí.
Recién llegada de Fontainebleau.
Recién mudada en mi nueva casa, con mis grandes compañeras y nuestros sueños y por supuesto con mi inseparable Abueli.
Cuando me mudé me imaginé en ese rincón sombreado con una buena charla y la melodía de fondo de las hojas dejándose acariciar por la brisa.
Refrescarme y aliviarme en el agua de la piscina y no en el de mis lágrimas.
Cierto es, he de decir, que a día de hoy,
Ninguna de las situaciones las disfrutaría de la misma manera.
No soy la misma ya.
Pero hoy añoro el mundo ahí fuera, lo fácil, añoro la enfermedad de la cotidianidad, añoro otro margen de posibilidades.
Aunque sea un rato, sólo un rato.
Coger aire, y otro poco.
Luego vuelvo, pero déjame respirar lentamente.